sábado, 23 de mayo de 2015

Pensar en el otro

Ayer me paré un segundo. Como tantas veces que uno trata de capturar la esencia de un momento que se escurre entre las manos, me detuve para ser plenamente consciente de todo lo que estaba pasando a mi alrededor. Me encontraba en Copley Square, una bonita plaza en una de las mejores zonas comerciales de Boston City, muy cerquita de donde estalló la bomba del maratón hace unos años. La zona está rodeada de pequeñas y hermosas iglesias, aceras anchas y espacios amplios, puestecillos de comida rápida por todos lados y algunos árboles de sombra alumbrando el borde de las callesGente caminando en todas direcciones, persiguiendo sus vidas con la sensación de nunca alcanzarlas, comiendo cualquier cosa en esa búsqueda infinita y anulando cualquier atisbo de serenidad en el horizonte. El día era soleado y primaveral. Yo me encontraba en paz, a gusto y relajado, por eso decidí pararme. 

Cuando uno toma esa importante e inusual decisión ocurren cosas maravillosas a las que  no se está acostumbrado: como voz en off que suena en la pausa de una escena, uno puede salirse momentáneamente del teatro de la vida y reflexionar sobre el lugar que ocupa en la suya propia y en la de los demás. Y eso pasó. Pensé. Me sorprendí a mi mismo pensando en el otro y no en mí. Me pregunté si era justo que dedicara ese instante tan poco habitual y caprichoso a seres ajenos. ¿Donde irá ese ejecutivo con traje impecable e insoportable insatisfacción vital en su gesto? ¿Qué le estarán contando al otro lado del teléfono que hace sonreír tanto a la chica junto al semáforo de Newbury? ¿Qué peripecias y carambolas emocionales habrán tenido que ocurrir para que aquella chica esté bailando un tango sola entre el tumulto? ¿Qué ilusiones iluminan la vida de esos adolescentes negros de boca ancha y pantalones bajos? Ahí me detuve. Ante esa pregunta silenciosa en mi interior me di cuenta de mi profesión y me sentí muy importante. Advertí que el hábito diario, continuo y permanente de quien educa con convocación, trasciende las barreras corpóreas  de uno mismo para residir siempre en el ánimo y esperanza ajenas.

Cada profesión conlleva sus propias rutinas que, inevitable e inconscientemente, van siendo  absorbidas por nuestros sentidos,  y se van instalando en lo más profundo de la red  neuronal que rige nuestra conducta. La piel se va empapando de cada estímulo diario y lo va transformando, lenta pero inexorablemente, en conexiones que cristalizan nuestro carácter. Hay un estudio no científico que me acabo de inventar que corrobora mi teoría y por ello la gente que trabaja en el campo lejos del estrés de la urbe, con menos ingresos pero sometidos a estímulos cargados de tiempo, naturaleza y sosiego tienen un carácter más afable. No digo que sean más felices, ese es tema de otro estudio. 

Asimismo, profesiones más agresivas donde tiempo y dinero son sinónimos o los otros siempre soplan en contra de uno mismo, modelan el carácter en perfiles menos sociales. Sólo unos pocos logran tener la lucidez de asumir al otro como necesario en un entorno donde el bien común es solo una ilusión obsoleta del viejo y consumido comunismo.

Sin duda, la profesión transforma, construye y reconstruye a uno mismo. Hace años tuve esa visión y quise acercarme a la bondad de la persona que quería ser, consciente de que la búsqueda de oportunidades ajenas mejorarían también las mías. En un acto desesperado de ególatra altruismo, me lancé al ruedo superando temores y convencido de que quería ser mejor a través de los demás. Hoy, pasada más de una década, me sorprendo usando mi infrecuente tiempo libre y mis pensamientos menos corruptos para albergar en mí a otras personas. Decido entonces brindar conmigo mismo para conmemorar y celebrar aquella decisión de antaño. La profesión de maestro o profesor es un privilegio inmenso, una enorme responsabilidad, un reto constante y una excusa inmejorable para seguir creyendo en la humanidad y su futuro. 

En ese viaje apasionante volvemos a encontrarnos diariamente Ingrid y yo, sin buscarnos convergemos al final de cada jornada en caminos comunes a los que siempre llegamos juntos, cargados de humanidad y cansancio. Es hermoso crecer compatibilizando ilusiones y establecer pequeños, medianos y grandes proyectos juntos en los que pensar en el otro es una constante. Viajar entonces es un proceso imparable y natural para quien quiere crecer siempre a través de los demás y dejarse invadir uno mismo. El viaje, como la profesión, es al final una excusa para crecer e ir recopilando todos aquellos frutos sabrosísimos que la vida nos ofrece. Sería casi ofensivo no alimentarse de ellos. 

Convirtamos la sana costumbre de pensar en el otro en el arte de la convivencia.

domingo, 7 de septiembre de 2014

El cambio

¿Qué tienen en común un redactor madrileño de Yorokobu, un neurólogo amante del golf; una restauradora de libros que tuvo que cerrar su taller; una pareja de militares americanos retirados que vive entre Inglaterra y Venecia, una informática croata formada en Inglaterra; un ex-jugador profesional de baloncesto húngaro reciclado a entrenador; un motorista ingeniero de Zagreb casado con una checa que sólo cocina comida ecológica producida por ellos; una matemática austríaca amante de la montaña y una fotógrafa y traductora hispano-danesa?  Ahora nosotros, solo nosotros. Son sólo algunas de las personas que, a cambio de nada, han decidido compartir parte de nuestro viaje ofreciéndonos un trocito pequeño de su mundo.

Hemos tejido con el hilo de la ilusión nuestro primer itinerario por Europa en el que nos hemos ofrecido para ser acogidos por diferentes familias y la experiencia nos ha abierto de par en par un nuevo mundo de posibilidades viajeras.

Aún pretendiéndolo, ni siquiera hemos tenido que salir de nuestra zona de confort. Ya se han encargado ellos de hacernos sentir incluso mejor que en casa. Existe el cambio y el cambio es positivo. Abrirse definitivamente al mundo. En el viaje el cambio es necesidad y es aventura. Descansar de las convicciones que lentamente hemos ido fraguando a lo largo de nuestra vida, hacerse permeable a los demás y dejarse convencer por la hospitalidad sincera de extraños que dejan de serlo dos minutos después de conocerlos. Improvisar, darle la bienvenida a lo impredecible, aprender de las equivocaciones y reírse de uno mismo. Todo eso y mucho más es el viaje. 

Nuestro viaje en cifras:

35 días, 9.300 Km,10 Países (España, Francia, Suiza, Italia, Eslovenia, Croacia, Hungría, Austria, Eslovaquia y Alemania), 20 Ciudades (Madrid, Barcelona, Serrans, Grenoble, Zurich, Berna, Basilea, Venecia, Fuzine, Lic, Zagreb, Krk, Motovum, Hum, Köszeg, Viena, Bratislava, Szonbathely, Ponte di legno, Cabrils).

4 Monedas diferentes (Euro, Coronas suizas, Cunas croatas y Florines húngaros), 4 Viñetas para autopistas (Suiza, Eslovaquia, Austria y Eslovenia)

12 casas diferentes: 
David y Milena (Madrid, España)
Pedro, Nuria y Mahalet (Vilanova i la Geltrú, España)
Familia de Isabelle Schmitz (Serrans, Francia)
Emilia, Nicolás y la pequeña Emilia (Zurich, Suiza)
Adriana (Venecia, Italia)
Familia de Natalija (Fuzine, Croacia)
Familia de Renate (Lic, Croacia)
Zdravko y Milada (Zagreb)
Tamás y Piroska (Köszeg, Hungría)
Greg y Valerie (Köszeg, Hungría)
Elena, Alessandro y Ginevra (Ponte di legno, Italia)
Lisa y Jaume (Cabrils, España)

2 noches de hotel y 1 de camping



Un duendecillo en el bosque

Después de un baño en el lago de Zurich, con las dos Emilias


Un baño suizo improvisado

Disfrutando de la playa de Lido, Venecia

Hora punta en el Gran canal

Derroche de glamour


Parque Nacional Plitvicka, Croacia

Por la ruta de los osos, Croacia

Mamá y papá cisne defendiendo a sus retoños

Lago de Köszeg, Hungría

Iglesia en la plaza de Köszeg, Hungría

Disfrutándonos

Ha nacido una estrella

Estos bancos vieneses molan mogollón.

Hacer el idiota es divertido

Este señor trabaja poco

El maravilloso mundo de los niños 

Eligiendo próximo destino 
Así son los aparcabicis en Bratislava

En el corazón de los Alpes

Mis hijas ya son ecologistas

¡Que mal rato está pasando Elsa!

Futuras alpinistas

Viajar con mi familia es la mejor manera de estar juntos.


Motivados por nuestra propia experiencia e inquietud seguimos investigando y alimentando nuestras ganas de más a través de personas que un día decidieron perseguir su sueño viajero. Aquí algunos de ellos que siguen inspirándonos:

  • http://www.titiribici.com/ (Pablo Olías, Sevillano, dejó su estudio de arquitectura para recorrer sudamérica con su bici-carro cobrando en sonrisas de los niños a los que acerca su espectáculo de títeres) 
  • http://www.europedespetitspas.com/ (Julia Gaubert y Mathieu Sabourin, franceses, decidieron recorrer el año pasado los 2 puntos más distantes de Europa caminando desde Tallín hasta Lisboa. Unos 7.000 Km)
  • http://www.acrobatadelcamino.com/ (Juan Pablo Villarino y Laura Lazzarino, argentinos, se dedican a recorrer el mundo a dedo con un presupuesto mínimo y contando en escuelas y universidades que la gente es esencialmente buena y hospitalaria, combatiendo el miedo irracional inculcado por los mass media al "otro". Cuentan sus aventuras en un libro maravilloso: "Caminos invisibles" que les ayuda a financiar su proyecto. A mi me encanta como escriben. 
  • http://losviajesdenena.com (Laura Lazzarino antes de hacerse acróbata ya tenía este Blog que sigue alimentando con reflexiones y consejos de viaje)
  • http://www.seat61.com/  (Mark Smith, inglés, solo viaja en trenes. Hace unos años lo dejó todo para dedicarse a su web, una especie de biblia para aquellos que prefieren recorrer el mundo lentamente y en vagón.)
Todos ellos coinciden en que lo más difícil es liberarse de las responsabilidades atávicas de una cultura repleta de necesidades vitales ficticias y de compromisos con bancos. De miedos. Existe una guillotina invisible cuya cuchilla es una gigantesca tarjeta de crédito, siempre cerca del cuello, buscando la oferta que mejor se ajuste a los espejismos esenciales que nos venden como si fueran aire. Dado el primer paso desaparecen los temores. Eso es lo que dicen todos. Es nuestra labor ir desacreditándolos uno a uno.

Tenemos el sueño nómada de viajar con algún tipo de proyecto educativo propio por el planeta, combinando nuestra formación e ilusión profesional con esas ganas crecientes de seguir descubriendo el mundo a través de sus gentes. La naturaleza llama con nudillos poderosos a la puerta de nuestra casa interior e incansablemente nos incita a salir una vez más de nosotros y recorrerla cada vez que vemos libros, fotos o documentales de volcanes, selvas, playas y desiertos. Hay una bola del mundo giratoria en mi escritorio que da vueltas en silencio cada vez que la miramos, sin que nadie la impulse nos muestra su paisaje multicolor de países inventados que atesoran culturas, idiomas y lugares. Todos parecen esperarnos.



sábado, 15 de febrero de 2014

Semillas al viento

En una cena de amigos, las pasadas navidades, mi amigo Rafa, visiblemente adulterado por bebidas espirituosas me riñó: "No puedes crear la expectativa de un Blog y luego dejarlo morir lentamente ahogándolo de aburrimiento por falta de posts". Desde entonces no pasa un día sin que pase junto a mi teclado, lo mire y sienta remordimientos por no ponerme manos a la obra. Aprendí hace poco el término Procrastinación y ahora me da la sensación de que todo lo Procrastino. Según la Wikipedia:  es la acción o hábito de postergar actividades que deben atenderse, sustituyéndolas por otras  más irrelevantes.

Hoy, por fin, me decido a desprocrastinarme a mi mismo y, en mi libre interpretación del término, eso significa hacer lo que me de la gana, lo que me apetezca y lo que me gusta, sin ningún tipo de excusa laboral o familiar. De hecho tengo montones de exámenes a mi lado por corregir al mismo tiempo que mis hijas saltan y revolotean en pijama por toda la casa reclamando de alguna manera mi compañía. Pero hoy me siento un príncipe porque estoy malito, no mucho pero algo. Como me suelo poner malo una vez por quinquenio, cuando caigo pachucho aprovecho para dejarme querer una vez más, pedir que me cuiden y abandonarme a mis placeres lúdicos por excelencia: música, escritura y, últimamente, viajes. (Realmente no me hace falta estar malito para que Ingrid me cuide, siempre lo hace y yo trato de corresponderla)

De un tiempo a esta parte se me ha reactivado el sueño adormecido de viajar, con el aliciente  estimulante de hacerlo con toda mi familia. Viajar 1 año por el mundo, ó 2, tal vez 3, con suerte 4, ojalá 5...sueño con muchos. Últimamente doy muchísimo valor a todo lo que tiene que ver con perseguir sueños posibles, con llevar a cabo una idea interesante, con actuar después de pensar, con desarrollar un pensamiento para que no sólo se quede ahí, esperando a que alguien lo rescate para llevarlo a cabo. Estamos desarrollando en familia la maravillosa cualidad de no esperar a que sucedan las cosas, simplemente ir por ellas, "ser el cambio que queremos para el mundo". Si surge una dificultad, inventar una solución; si sentimos un deseo trataremos de ir tras él, si tenemos un sueño actuaremos para que deje de serlo convirtiéndolo en pasado.

Viajar ha sido siempre la gran pasión de Ingrid y a lo largo de todos estos años ella ha ido transmitiéndome y acrecentando esta pasión dentro de mí. Hoy en día la necesidad de conocer gentes, otras maneras de entender la vida y el mundo a través de sus culturas, lugares, bosques, playas y ciudades... se está convirtiendo en una pasión-obsesión que más temprano que tarde hará levantarnos definitivamente hacia el resto del planeta. Francia, Portugal, Holanda, Bélgica, Alemania, India, Nepal, Cuba, Noruega, EEUU, Marruecos, Venezuela, Costa Rica e Inglaterra nos parece un curriculum viajero demasiado insuficiente. Tenemos la enorme fortuna de sentir al unísono esa inquietud por salir a ofrecernos al resto del mundo. Y lo vamos a hacer. 

Alimentamos este deseo acercándonos a personas y familias que por diferentes motivos decidieron moverse del sillón, cambiar su vida acomodada, salir de su zona de extra-confort en busca de nuevas aventuras vitales. En realidad entendemos los viajes como búsqueda de nosotros mismos a través de los demás, convencidos de que todos nos necesitamos mutuamente. Salirse de uno mismo para entender otras realidades es una manera de acercarnos. No es una huida, es un viaje interior que nos divierte. Esa consciencia social nos ha llevado a libros y Blogs que a su vez nos han llevado a gentes. Y en algunos casos esto se ha traducido en amistad. El universo 2.0 nos ha permitido conectar personal y emocionalmente con personas que se mueven por países como si de semillas al viento se trataran. Todos coinciden en un punto: no hay más impedimento para el viaje que uno mismo y sus miedos. Superados éstos no hay causa económica, laboral, social, cultural, idiomática o familiar que se interponga entre el viajero y su itinerario (no hay destino definitivo para el viajero). Aquí os dejo algunos ejemplos:


Las pasadas navidades decidimos acompañar a la última de estas familias en su viaje a través de Marruecos, país recurrente en nuestra colección y maravilloso para entrenarse en la aceptación de diferencias. Para nosotros ha sido increíble poder vivir un trocito de la vida del viajero errante, adentrarnos en sus ritmos diarios y descubrir una amistad transatlántica desconocida. Jamás pensamos que pudiéramos tener tanto en común con una familia californiana que viene del mundo de las altas finanzas neoyorquinas. De alguna forma esto corrobora que todos buscamos lo mismo: sentirnos entendidos, respetados y queridos, estar con los demás, formando parte de un grupo en el que la identidad personal es un eslabón de una cadena humanitaria inasible. Podríamos reducir la vida a los sentimientos que cada uno de nosotros va experimentando a lo largo de su recorrido, no hay más certeza que la emoción con que vivamos las cosas. Todo lo demás (religiones, tradiciones, lenguas, sistemas políticos, manías, costumbres o incluso las culturas) son artefactos humanos locales que conviven en armonía con su entorno pero que no podrán jamás alejarnos de nuestra condición más primitiva e irrevocable: la de especie.

Combatamos pues, guerras, muros, miedos y hambres con las armas silenciosas del viajero: la confianza y los kilómetros. Cuantos más mejor. Así la memoria quedará llena de alegrías y de esperanza. Así no habrán más necesidades inventadas.




martes, 29 de octubre de 2013

Parar el tiempo de nuevo

Vuestras lecturas, comentarios, reflexiones, llamadas y agradecimientos en general, me animan mucho a mantener vivo este Blog. He decidido, puntualmente, suplir la falta de inspiración (y de tiempo) rescatando algunos viejos poemas, canciones, escritos, pensamientos...justo cuando las musas desaparezcan. Con motivo de la entrada anterior recordé que hace años escribí un poema con ese mismo y recurrente título: "Parar el tiempo". Nada original, por otra parte, si atendemos a la obsesión humana por detener de un modo u otro nuestros relojes vitales. 

Me ha servido para desempolvar viejas carpetas, rebuscar entre amarillentos manuscritos, ojear folios mecanografiados hace ya casi 20 años, tratar, en vano, de recordar las emociones que me llevaron a aquellas escrituras...y por fin encontrar el poema que estaba buscando y que ahora comparto con vosotros. Es la poesía la que me ha traído hasta aquí y me encanta contribuir a la nueva era digital donde las cosas se comparten sin más, sin esperar nada a cambio. Trueque emocional.


Parar el tiempo:

Hoy la mañana es triste,
el verbo llora.
Y lloran los libros, con sus lágrimas de letras,
bajando lentamente por la tez enrojecida
de cada página. 

Llora mi madre, apoyada la cara
en su mano, que es mi orilla también,
y el murmullo de gentes y mañana soleada
llora igualmente a través del cristal,
marco de historias.

Sigo siendo la ciudad y su aire,
la mirada a lo lejos,
la paz serena y vestida
de quien no mide el tiempo.
Ayer se fue el tiempo,
definitivamente,
y el "jamás" de los enamorados
voló con él.
Se fue la muerte, el pasado gigante,
y ya no quedan segundos para mí,
tú me los robaste
uno a uno,
y yo fui yéndome con ellos
de forma perentoria
porque, al igual que todos,
yo también era tiempo.

¿Saben las horas cuánto duran?
¿Sabe acaso el ayer su pretérito significado
más allá del trágico adverbio que es? 

Llevo en la mano un río
que no atiende a nombres ni apellidos,
tan solo a la cadencia de su mundo
estrecho, diáfano, fugaz.

Los días trascienden con los sueños,
encajando como piezas de puzzle de un gran juego.
Si pudiera, al menos, ser
una de esas piezas...
ausentes de duración, de leyes,
difuso entre páginas azules del futuro,
atemporadas.

Ignorante, inmóvil, anual,
yo ya no temo,
porque soy inmóvil.
Yo antes era tiempo
y ahora soy,
simplemente,
su estatua.




domingo, 6 de octubre de 2013

Parar el tiempo

No han sido más de 3 minutos, pero lo he conseguido: Acabo de parar el tiempo. 

Ha sido un domingo ajetreado:  haciendo comidas, promoviendo siempre el orden en la casa (quimera de la familia numerosa), limpiando variados y múltiples elementos domésticos, corrigiendo exámenes, eliminando plastilinas ubicuas por todos los rincones, volviendo a ordenar, escondiendo las tijeras que en manos de nuestras hijas sólo saben transformar folios sucios en pequeñísimos fragmentos que se esparcen por doquier y son imposibles de recoger, duchando nenas, haciendo cenas, preparando mochilas y volviendo a recoger una vez más. Pero me siento un vencedor, he conseguido parar el tiempo, detener por 3 minutos la fugacidad de nuestras vidas y tomar consciencia una vez más de las cosas importantes. 

Hay una búsqueda constante en mi interior de un equilibrio justo entre el inexorable paso del tiempo, la velocidad de occidente y la plena consciencia de uno mismo, encontrar la vitalidad en la pausa. Despojar la vida de múltiples accesorios futiles que hemos convertido en necesidades inventadas y que nos arrastran hacia el final del día sin darnos el respiro de la nada. En pocos momentos ocurre nada. De un tiempo a esta parte me he propuesto tirar lastre, decir no, vaciar mi vida de horarios para llenarla de tiempo.

Ha sido al acostar a mi hija Cloe: reventada al final de un día más, con la garganta hecha trizas, me ha pedido que me quedara a su lado mientras ella abandonaba la realidad de este mundo y comenzaba a habitar el de los sueños. "Acariciame"- me ha dicho en su limbo transitorio, y yo, que soy un padre obediente, lo he hecho. Y mientras dejaba deslizar mis manos entre sus cabellos recién suavizados por el acondicionador del Mercadona, he dicho no a mi mundo, he dicho no a mis pensamientos, he mandado a tomar viento a mis preocupaciones absurdas, he dicho no a las obligaciones infundadas y he decidido simplemente estar ahí. Un gesto tan simple, una caricia, ha provocado una leve sonrisa ya dentro de su sueño, y toda mi insignificancia cósmica se ha volatilizado en ese instante y la dependencia filial me ha hecho sentirme importante. Mi vida ya no es solo mía, y ese altruismo paternal que se agiganta con los días, me encanta.

Hace unos días leí sobre Matt Killingsworth y Dan Gilbert, dos psicólogos de la universidad de Harvard que han llevado a cabo un estudio sobre la felicidad cotidiana. Por lo visto casi la mitad de nuestros pensamientos no tienen nada que ver con lo que estamos haciendo. Lo curioso es que el estudio revela que realmente somos mucho más felices cuando nuestros pensamientos y nuestras acciones coinciden. Han comprobado que te hace más feliz fregar los platos pensando en lo que estás haciendo que fregar los platos pensando en un viaje al caribe, unas vacaciones eternas o que te toca la lotería. Y yo, que creo que el método científico es lo mejor que se ha inventado para aproximarnos a la realidad, me he puesto manos a la obra. De momento no he encontrado la felicidad plena lavándome los dientes, cambiándole el pañal a Elsa, vistiéndome, haciendo la comida o la cama pero al menos existe una curiosa transformación en esos actos diarios y los problemas y dificultades desaparecen por momentos. Os invito a probar esta sencilla técnica que tiene su base en el Carpe Diem del sabio Horacio.

Mi hija se durmió profundamente, con la sonrisa relajada, lejos de las pesadillas de otras noches, sintiéndose querida y protegida por mi presencia y mi mano. Yo vencí al tiempo por unos minutos, justo antes de volver a enfrascarme en mi vida. Mientras la acariciaba la he mirado con intención de alcanzar su pureza  y su serenidad me ha conmovido. Lejos de guerras, crisis y mentiras, con la maldad aún por descubrir, la paz serena y dormida de quien no mide el tiempo, viviendo los instintos de su vida. La poesía está esperando que podamos detener nuestro tiempo para mirarla cara a cara, rescatarla de su mutismo. Este Blog me está dando de nuevo la oportunidad de reencontrarme con ella.

sábado, 7 de septiembre de 2013

El Viaje

Hace ya casi 10 años, cuando empezábamos ya a ser habituales en nuestras vidas, le escribí esta canción a Ingrid, que ilustra muy bien aquella transición mía entre la soledad que elegí para aquellos tiempos y la tensión que me creaba el no poder evitar enamorarme. En ese lío andaba yo cuando la grabé. Recuerdo que había vuelto un tiempo con mis padres, que había girado el rumbo de mi vida hacia el mundo social y educativo y que justo en ese momento, la casa estaba en obras. Vivimos alquilados un tiempo en otro lugar donde apenas pude llevar mis instrumentos. De modo que la grabé con un cavaquinho (pequeña guitarrita de 4 cuerdas metálicas utilizada en la música brasileña), contrabajo, un organito y el micro del ordenador. recurrí al ostinato del cavaquinho como base sobre la que ir construyendo la canción, por eso siempre está de fondo. En aquella época disfrutábamos mucho escuchándola juntos, cuando aún no teníamos ni idea de lo que queríamos, sobretodo yo. Si pincháis sobre el título de la canción podréis escucharla.



Tantas cenas para recordar
mi sofá ya está en tu casa.
Los mensajes para no borrar
a las tres de la mañana.

Una música suena
cerca de mi memoria,
es locura transitoria
que me arrastra y que me eleva.

Tantos sueños para compartir,
la ilusión te pone guapa.
Los domingos vuelven a existir
y sus noches son más largas.

Una estrella me alumbra
si las velas se me apagan,
es la luz de tu mirada,
verde fuego, verde luna.

Anda, dime, no quiero insistir
te delata tu mirada.
¡¿Cómo contra voy a resistir?!
Lo mejor es que no vaya.

Todas las alarmas suenan,
toda la razón se calma,
cuando el corazón se ensancha
es bienvenida la pena.

Un secreto que me hace feliz,
ten cuidado con mis llagas.
¡¡Para, para, para, que te veo venir!!
¡Sigue, sigue, que me matas!

Una música suena
cerca de tu ventana,
se esconde bajo tu cama
la libertad, la libertad con que sueñas.

Una reina y un pobre de mí
que no aprende nunca nada.
Un payaso con su cicatriz
y una dama que le salva.

Esta música guarda
la esencia de nuestra historia,
cuando más nadie nos oiga
nos pondremos a escucharla.


Un futuro que no tiene fin.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Maratonianos

Que conste que en lo deportivo no me considero maratoniano, tan solo he terminado 2 maratones, que es bien distinto. Y si vierais cómo terminé la última coincidiríamos en que no tiene un mérito enorme. Soy un perfecto intruso en este mundo de mercenarios de los kilómetros. Pero me encuentro cómodo entre ellos y les admiro, sobretodo su voluntad. Para mí el deporte es una excusa social que me ayuda a cuidarme y sentirme bien.

Correr 2 veces la maratón de Sevilla me ha enseñado algunas cosas: 
  • Si no entrenas lo suficiente lo pasas mal al final, el famoso muro pasará factura.
  • La larga distancia pone a cada uno en su sitio.
  • El sobrepeso es un pésimo aliado.
  • No hay que ser Superman para terminarla, aunque sí para hacer un buen crono.
  • Lo más duro es, sin duda, el entrenamiento: constante, programado, metódico, progresivo e inamovible, nada que ver conmigo. Pero es sobretodo incómodo para el resto de la familia.
  • Mejor no subir ni bajar muchas escaleras el día después.
  • Lo más difícil es mantener una constancia hasta el final para poder llegar medianamente entero.
Este último punto es el más interesante y aplicable a cualquier tipo de propósito vital. Correr largas distancias te lo enseña una y otra vez. Es algo que Ingrid y yo creemos tener meridianamente claro en nuestra vida marital. Y así vamos funcionando, sin quemar todas las reservas de golpe, sin que estalle el volcán y nos reviente, sin fundirnos el amor hasta empacharnos, regándonos lentamente cada día la serena silueta de un cariño y respeto mutuo que para nosotros es sagrado. 

Somos más de susurros que de gritos (aunque a veces también gritemos), más de sugerencias que de evidencias (aunque a mí me encante ir en pelotas por mi casa), más de sonrisas que de carcajadas (aunque no rehuimos al descojone), mas de Beatles que de Rollings, más de mochila que de hotel (aunque los baños y los desayunos hoteleros nos pirran...), más de mac que de pc, más maratonianos que velocistas.

Buscamos en lo banal puntos de encuentro que nos ayudan a sentirnos en lo profundo y a fuego lento vamos puliendo una convivencia llena de pequeñas perlas cotidianas que nos mantiene juntos en la ilusión. Que bonita palabra esa, ilusión, y lo que cuesta reinventarla (¡solo escribirla me ilusiona!). A nosotros nos basta con un capítulo de The Killing, una tarrina de Häagen-Dazs (caramel biscuit & cream speculoos, ¡probadla!), un album de Fotoprix, unas fajitas o pizzas caseras, una sesión de aire de Sevilla o un abrazo en el momento justo para estar requeteilusionados y sentirnos perdices. 

Invito a quien le apetezca a que comparta en los comentarios a esta entrada las "joyas" particulares de su día a día, esos pequeños actos sublimes con que lográis reactivar vuestras propias ilusiones, aunque sean superfluos y pasajeros, instantáneas de vuestras vidas que os reporten buenas dosis de alegría, individuales o de pareja. Nos encantará leeros y nos ayudará también a sentiros, entenderos y estar más cerca de cada uno de vosotros. Porque seguro que si estás leyendo esto es que existe un vínculo importante entre nosotros que queremos refrescar. Sin duda una parte del éxito de una pareja reside en su entorno social (o la ausencia de él) y en cómo lo gestione cada uno.




domingo, 25 de agosto de 2013

Marciac



Marciac tiene un aire diferente. Formando parte de sus moléculas de aire se han colado para siempre algunas notas musicales interpretadas por alguno de los mejores artistas de Jazz de la historia. Y cada vez que uno respira asume el respeto de cada una de esas notas. "The jazziest city of the world" dijo el otro día Eric Reed entre standards y aplausos, mientras yo sentía nuevamente el privilegio de estar allí, mi primera vez en L'Astrada, un teatro con un sonido increíble . Ese pueblito me hace feliz y no se explicar bien por qué. Más allá de la música, los conciertos y un potentísimo cartel, el entorno rural, los maizales que rodean el pueblo y un espíritu bohemio tienen un efecto serenante en el alma. Siempre que me marcho recupero la triste sensación que de niño me paralizaba al final de un campamento: Despedidas, llantos y la vida que sigue en tu ciudad. Las cartas trataban de amarrar algunas de las emociones que me unieron durante unos cuantos días a nuevos amigos, pero que el tiempo convirtió lentamente en agua entre las manos, y el inevitable olvido llegó. Los recuerdos quedan. Cada vez que digo adiós a Marciac una poderosa saudade se apodera de mi. 






Me gusta descubrir nuevos músicos, saco entradas al azar, como en ese ejercicio escolar de confianza plena en que uno se deja caer con los ojos vendados para que otro le sostenga. Confío ciegamente en su cartel y es así como voy regenerando mi paupérrima cultura jazzística y musical. Miro el calendario y los días que nos pillan más o menos de paso por la frontera serán los días de conciertos. Forma parte de nuestra reciente historia familiar en la que hemos cambiado viajes transatlánticos y de aventuras por otros más cercanos y tranquilos, intercambiado casas con nuestros países vecinos para evitar kilómetros a las niñas. Es así como a lo largo de estos años, desde que Nora nació, he podido descubrir y redescubrir a artistas como Angelique Kidjo, Kyle Eastwood, Marcus Miller, Avishai Cohen,  Roberto Fonseca o Lionel Louéké. Después de este gran empacho musical mis oídos necesitan una buena siesta sonora para regenerar bien las conexiones auditivas. Os invito a pinchar estos enlaces y descubrir cuanto talento desconocido hay repartido por el mundo.

Los dos últimos años me llevé a Nora a algunos de los conciertos nocturnos y el primer día Angelique Kidjo subió al escenario a todos los niños que quisieran, de modo que fue muy especial poder subir con ella y disfrutar junto a su banda ante 15.000 espectadores. Nora, por supuesto, emocionada pero paralizada.

La música es una parte importante de mi vida y, por tanto, también de la nuestra. Siempre la he querido presente en nuestra cotidianidad, hasta el punto de tener una habitación innegociable llena de instrumentos, preparada y afinada para la visita de mis amigos más musicales, vivir la alegría de la música desde dentro. Justo al nacer Nora le monté un grupo, "Sonora", un juego de palabras con su nombre y el sonido de la bossa nova. El grupo lleva tantos ensayos como años, es decir unos 6 pero lo increíble es que seguimos igual de ilusionados. La idea original era que Nora creciese con su propio grupo y cuando le alcanzara la voz ser la vocalista. ¿Romántico verdad? A mi me encanta. Cuando fueron naciendo las otras el grupo futuro se fue ampliando. Me temo que no cabremos todos en esa habitación. Mientras crecen seguimos nuestro ritmo lento de ensayo anual y cada vez que nos reunimos volvemos a ensayar las mismas. Una vez más nos proponemos avanzar este año. No tenemos ninguna prisa. Los marroquís dicen: "Vosotros tenéis los relojes, nosotros el tiempo". Yo trato de no llevarlos puestos. 


Si algún verano tenéis oportunidad de pasar por este pueblito algún día de la primera quincena de Agosto, no lo dudéis, hacedlo. Es probable que allí nos encontremos. Mientras tanto ahí va su página www.jazzinmarciac.com/ para que vayáis saboreando cualquiera de las maravillas que contiene. Pero mejor que yo todo esto lo cuenta la mismísima Nora...